PRÓXIMO: Teatro Musical Para Comerciantes

H.G. Wells podía ver el futuro, y nos presentó a su alter ego: el exuberante hijo de un comerciante, Kipps, quien incluso ahora, gracias a los esfuerzos combinados de Anthony Drewe, George Stiles y Julian Fellowes, deslumbra de nuevo en el escenario del Chichester Festival Theatre en la versión más reciente del musical de los años 60 basado en sus aventuras, 'Half A Sixpence' de David Henecker y Beverley Cross. Pero quizá incluso la clarividencia de Wells podría no haber alcanzado a comprender el poderoso papel que la fascinación británica por el comercio jugaría en sus creaciones de teatro musical a principios del siglo XXI.

Dos espectáculos vistos anteriormente en Londres (y ahora entreteniendo a las multitudes en Edimburgo), y otro alojado en un espacio temporal en la capital, nos abren los ojos y oídos a la poderosa influencia que la vida comercial sigue ejerciendo sobre la vida nacional. Primero, en 'Tomorrow, Maybe', nos adentramos en una cafetería de la calle principal, antes de dirigirnos a 'Paper Hearts' en una librería, y finalmente abasteciéndonos de lo necesario en Sainsbury's y un mercado de allotment en 'Rise'.

'Tomorrow, Maybe', tal como se presenta hoy, es el resultado de solo dos años de trabajo por la extremadamente talentosa asociación de Stephanie Amies (compositora-letrista-guionista) y Teddy Clements (compositor-arreglador-director musical), y ha crecido al pasar de los primeros talleres, a través de dos temporadas de presentaciones específicas en un café en Romsey, luego desarrollándose en un espectáculo de larga duración, y después condensado para encajar en un espacio de actuación del Festival de Edimburgo: fue en esa forma que lo vi en el centro de artes Clapham Omnibus. Según los escritores, el espectáculo, 'se centra en instantáneas de las personas con las que nos cruzamos todos los días: desde una mujer siciliana que no logra conectarse con el mundo que la rodea, hasta un hombre sin hogar y su poderosa historia de esperanza, el espectáculo cuestiona cuánto podemos realmente conocer a los que nos rodean.'

En estas instantáneas, la presencia de Jason Robert Brown se percibe fuertemente, infundiendo la magníficamente elaborada partitura con una sensibilidad similar, iluminando las viñetas que presentan a los personajes transitorios del espectáculo con música exuberante y seductora. Las letras son ligeras y precisas y se ajustan perfectamente a la expresión musical. En esta maravillosa producción de Kevin Jones y Rebecca Bailey, la sucesión de números musicales, entretejidos con un poco de diálogo, produce un efecto que es inmensamente encantador y entrañable.

Más complejas narrativamente son los eventos de 'Paper Hearts'. Visto en el siempre innovador Waterloo East Theatre, antes de trasladarse a Escocia, este trabajo ha llegado por un camino completamente diferente. El libro, música y letras son la creación de Liam O'Rafferty, pero realmente han cobrado vida en el equipo creativo formado por la directora-dramaturga Tania Azevedo y el director musical Dan Jarvis, con coreografía de Lindsay McAllister y un ingenioso diseño de Anna Driftmier.

Aquí se nos ofrecen dos historias: la historia 'real' de la librería amenazada de cierre, y la historia 'ficcional' de la Rusia soviética revolucionaria que es el entorno de una novela que está escribiendo el héroe. Ingeniosamente, el elenco de actores-músicos alterna entre estos dos mundos. Las canciones son fuertemente atractivas, con poderosos ganchos melódicos y letras ingeniosas: es maravilloso descubrir el considerable talento que O'Rafferty aporta a la producción, y compartir su visión de lo que el teatro musical puede hacer; es notable que haya encontrado colaboradores tan comprensivos en el equipo creativo de esta producción.

Finalmente, el programa Community Company del Old Vic Theatre este verano presume la culminación de tres años de sostenido compromiso social en el magníficamente épico 'Rise', presentado en un teatro temporal hecho a medida en Waterloo Green. Aquí, las innumerables vidas de docenas de londinenses se reúnen en los espacios donde a menudo cruzan caminos; entre estos, los emporios de J Sainsbury y un mercado de allotment se enfrentan para ejemplificar diferentes enfoques para alimentar la ciudad, y para la vida. Esta es parte de la discusión explorada en la magistral síntesis de personajes e historias de Deidre Kinahan sobre cómo deberíamos vivir de manera sostenible en un mundo con recursos finitos y un entorno desafiante.

La producción de Alexander Ferris lo fusiona todo con gran elegancia y simplicidad, en una puesta en escena diseñada con un sentido visual por Carla Goodman. Las proyecciones de video extensas son de Duncan McLean, los trajes de Sarah Beaton, y David Gregory se encarga del sonido, con luces de Andy Purves. En este hermoso escenario, Dom Coyote crea una partitura musical - con pistas 'encontradas' de londinenses conocidos mezclándose con el canto de un coro de 28 integrantes y apoyado por una pequeña banda de rock, con unos pocos solistas muy conmovedores - que eleva el drama a un nivel estéticamente más complejo. Se aviva aún más con el movimiento de Anna Morrissey que abarca un vocabulario físico que se extiende hacia lo atlético y atrevido.

Qué podría pensar H.G. Wells de todo esto es difícil de decir. Podría achacarlo todo a la Fortuna, o descartarlo como solo una Rara Avis. Pero probablemente podríamos convencerlo de que nunca existió un teatro como el nuestro antes.

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