RESEÑA: Goats, Royal Court Theatre ✭✭

Ali Barouti, Ethan Kai, Adnan Mustafa en Goats. Foto: Johan Persson Goats

Royal Court Theatre

2 Estrellas

Reserva ahora Goats es una nueva obra importante del dramaturgo y documentalista Liwaa Yazji y The Royal Court. Se centra en un pequeño pueblo sirio donde una nueva iniciativa gubernamental reemplaza cada hijo mártir con una cabra, lo que conduce a lo que sólo se puede describir como anarquía de pezuña hendida.  Ciertamente hay un cierto frisson para los actores que comparten el escenario con un elenco de cabras increíblemente carismáticas, sin embargo, la novedad pronto desaparece para revelar una obra, lamentablemente, tan dramáticamente refinada como Hackney City Farm.

Souad Faress e Isabella Nefar en Goats Foto: Johan Persson

El estado inicial es desconcertantemente bonito; MDF pálido, iluminación rosa intensa y tela azul celeste sobre grandes ataúdes rectangulares que dominan el escenario. Cuadros encuadrados en oro chillón aclamando a sus recientes difuntos y coronas y guirnaldas blancas florecen creando un espectáculo sintético e impactante. Desde el principio, Goats nos da una sensación de la carnavaliazación de la muerte. En el mundo de esta obra, la muerte es demasiado brutalmente familiar y rutina.

Sirine Saba, Amer Hlehel en Goats. Foto: Johan Persson

El director Hamish Pirie toma algunas decisiones interesantes con el uso de cámaras de teléfonos móviles y cámaras de televisión en vivo transmitiendo eventos directamente a monitores que cuelgan sobre el escenario. El efecto es desconcertante y significa que la historia apenas puede desarrollarse antes de ser gestionada y empaquetada por un presentador de televisión oficiante que siempre tiene como objetivo asegurar que todos los medios en los monitores glorifiquen a los mártires caídos, celebren al noble gobierno y denigren al enemigo espectral. En el centro de la historia algo desorganizada está Abu Firas, interpretado con verdadero corazón por Carlos Chahine, un padre que recientemente perdió a su hijo en el conflicto pero no acepta la narrativa que le proporciona el estado. Hace todo lo posible por descubrir la verdad pero es frustrado en cada paso. No quiere su cabra.

Ali Barouti, Adnan Mustafa, Carlos Chahine en Goats. Foto: Johan Persson

Es una trama vasta y complicada con múltiples personajes periféricos asegurando que escuchemos un buen equilibrio de opiniones, aparentemente solo para reiterar el punto de que lo que sucede en Siria es un problema complejo. Sin embargo, el conjunto es desigual si no débil y hay innumerables caídas de línea y errores. Esto simplemente no es aceptable en un lugar como el Royal Court y significa que la obra frecuentemente pierde momentum y ritmo que ningún estruendo de grime sirio ni luces intensas directamente a la audiencia pueden enmascarar. Sirine Saba tiene una voz increíble y es convincente como la despiadada presentadora y luego nuevamente como Imm al-Tayyib, pero su energía y esfuerzos parecen verterse en un poco de vacío, y sentí quizás su frustración como la esposa traicionada de un político corrupto estaba canalizando a una actriz frustrada recibiendo muy poco de sus compañeros de escena.

Ethan Kai en Goats. Foto: Johan Persson

Ciertamente hay humor en el texto de Yazji; el tipo que te hace exhalar por la nariz. Sin embargo, hay algo seriamente mal en una producción cuando las actuaciones más presentes y cautivadoras provienen del ganado. El Royal Court hizo bien en apostar y desarrollar esta peculiar obra. Y acertó de nuevo al elegir algo que llama la atención sobre la violencia bárbara y la cruel miseria que aflige las vidas de tantos en Siria. Es refrescante ir a algo sin una moralización tan descarada pero no puedo decir que realmente lo disfruté. No hay broma.

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