RESEÑA: El Avaro, Teatro Garrick ✭✭✭✭

El elenco de El Avaro. Foto: Helen Maybanks El Avaro

Teatro Garrick

10 de marzo de 2017

Cuatro estrellas

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El Avaro de Molière comenzó como una comedia en cinco actos. Afortunadamente para aquellos que regresan en tren a casa, Sean Foley y Phil Porter la han reescrito como una comedia de dos actos y dos horas y media que parodia hilarantemente cada estereotipo teatral con una magnífica selección de actores cómicos.

Ambientada en el París del siglo XVII, contiene todos los mejores personajes arquetípicos de la Commedia Dell'arte; el viejo tonto, sus hijos vanidosos y uno o dos astutos sirvientes. El avaro envejecido Harpagon no ama nada más que el dinero, pero está profundamente paranoico de que todos tratan de robárselo. Entre sus hijos intrigantes, sirvientes resentidos y un intermediario atrevido, todos lo intentan. Cuando Harpagon se encapricha de la novia de su hijo, comienza la carrera para que todos consigan la fortuna del viejo.

Griff Rhys Jones, Lee Mack y Ryan Gage en El Avaro. Foto: Tristram Kenton

Volviendo al escenario, Griff Rhys Jones asume el papel del avaro titular. Como un viejo lujurioso y con ojos saltones, interpreta a Harpagon con la teatralidad y el deleite de un villano de pantomima, capaz de hacer reír al público con una sola mirada perpleja.

El espectáculo también se anuncia como el debut teatral del comediante Lee Mack. Esto se hace evidente, con su Maître Jacques más que semejándose a su personaje en Not Going Out en comportamiento y manierismos. Sin embargo, Mack, con su expresión cansada y talento para la improvisación, se adapta bien al papel del oportunista Jacques. Las primeras filas del patio de butacas sufren mucho el abuso del discurso directo de varios personajes, pero Mack es un reincidente, utilizando su experiencia en el stand-up con brillante efecto y pareciendo completamente cómodo en el escenario. Quizás podríamos prescindir de su mezcla de términos modernos en lugar de maldiciones (“¡Shia LaBeouf! ¡Pret A Manger!”), pero es una actuación increíblemente divertida, especialmente cuando aporrea el clavicordio como un Elton John posesionado y desaliñado.

Andi Osho y Katy Wix en El Avaro. Foto: Helen Maybanks

Uniéndose a él en la mezcla cómica está Andi Osho como la maquinadora Frosine. Al igual que Mack, parece disfrutar derribando la cuarta pared e inyecta una gran cantidad de energía en sus escenas. Un intercambio con Harpagon donde insiste en exagerar que la joven y bonita Marianne prefiere a los hombres geriátricos es impagable.

Ryan Gage es excelente como el hijo afeminado y ceceante de Harpagon, Cléante. Entrando con desenfado, resplandeciente en peluca, polvos faciales y ropa fruncida, Gage arranca con fuerza y mantiene su energía frenética durante toda la actuación. Katy Wix también deleita como su hermana caprichosa Elise, una parodia perfecta de la actuación estereotipada en ‘los clásicos’. Como su enamorado Valère, Mathew Horne es más que suficiente, pavoneándose con destreza y mostrando desdén al enfrentarse con Maître Jacques. Ellie White como Marianne es una sorpresa destacada de la velada, con su pronunciación excesivamente refinada que la hace casi incomprensible para los otros personajes.

Matthew Horne y Katy Wix en El Avaro. Foto: Helen Maybanks La adaptación de Foley y Porter ha sido descrita como ‘libremente adaptada’ y la etiqueta no podría ser más acertada. Con Frosine animando a Marianne a ‘poner su mejor cara’ mientras Harpagon hace sus avances, y Maître Jacques informándonos de que eso fue un poco de comentario social que acabamos de escuchar, es un guion muy moderno. A veces roza un poco lo ‘del momento’ con algunas referencias actuales forzadas y personajes ansiosos por informarnos sobre los temas de actualidad incluidos. Es bueno por ahora, pero un reestreno en apenas cinco años ya parecería anticuado. Las mejores risas vienen del material universal, algunas fabulosas escenas de slapstick y revelaciones extremas - Molière sabía lo que hacía cuando creó estas situaciones para que los personajes de la Commedia se desmadraran en ellas.

El set de Alice Power hace un fantástico parque de juegos, presentando el interior y el jardín de un deteriorado edificio parisino, sin embargo, el reparto necesita un poco más de refinamiento en su interacción con él para que se desate todo su potencial cómico, y cuando la energía decae en la segunda mitad, es notable.

A pesar de esto, las risas llegan espesas y rápidas a través del caos que sigue, y con algunas destacadas actuaciones cómicas, parece que aún queda mucha vida en el viejo Avaro de Molière.

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