RESEÑA: Mi nombre es Lucy Barton, Bridge Theatre ✭✭✭✭

Paul T Davies reseña a Laura Linney en Mi nombre es Lucy Barton, ahora en el Bridge Theatre

Laura Linney en Mi nombre es Lucy Barton. Foto: Manuel Harlan Mi nombre es Lucy Barton.

El Bridge Theatre.

7 de junio de 2018

4 Estrellas

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Confieso que encontré la novela de Elizabeth Strout algo ligera, no pude evitar sentir que me había perdido algo. Escrita, más o menos, como un monólogo, Lucy Barton recuerda una época en la que estuvo hospitalizada durante ocho semanas tras complicaciones que surgieron después de una operación rutinaria. Su vista es del Edificio Chrysler en Manhattan, y una visita inesperada de su madre, una progenitora difícil por decir lo menos, provoca recuerdos de su infancia de pobreza y abuso por parte de sus padres dañados. "Cuéntame historias", pide Lucy, ahora escritora, a su madre, y ella lo hace, con chismes sobre los residentes de su pequeño pueblo, Amgash. Nunca hablan de los eventos de la infancia de Lucy, Lydia, su madre, experta en evitar el tema, y Lucy nunca se atreve a confrontar directamente. Es una novela de reflexiones y grandes incidentes insinuados, o en el trasfondo, y por eso sentí que no confrontaba los problemas. Pero, nuevamente, no tenía a una actriz tan magistral y maravillosa como Laura Linney contándome la historia.

Laura Linney en Mi nombre es Lucy Barton. Foto: Manuel Harlan

En un escenario casi desnudo, y en un gran auditorio, Linney domina el espacio y ofrece una actuación matizada, hermosa y perfectamente contenida como la tímida, tranquila, pero determinada Lucy Barton, una mujer de sonrisas nerviosas, lágrimas suaves, inocencia y ternura, que logra alejarse de su hogar y crianza y vivir la vida que quiere. Pero el otro papel es de Lydia, con un movimiento de su cárdigan, un cambio de tono y sus manos expresivas, Linney habita la madre de Lucy, sin revelar mucho de sus sentimientos, yéndose en un momento de crisis. Lo que puede parecer oscuro en la novela se lleva a una claridad aguda por el silencio y el espacio entre las palabras, lo no dicho se expresa bellamente en esta actuación. Hay momentos en los que algunos de los eventos siguen estando tentadoramente fuera de alcance. Lucy vive en Nueva York durante la crisis del SIDA, y su amigo Jeremy muere de la enfermedad, y Laura mira a los ojos de un paciente de SIDA mientras espera un escáner en un pasillo. Su hermano, cuando niño, es exhibido por las calles después de que su padre lo descubre vistiendo ropa de mujer, y le gritan por ser “maricón”. Hay abuso, su padre dañado por sus experiencias de guerra. Sin embargo, lo que emerge, tras noventa minutos cautivadores, es el triunfo de la mujer "ordinaria", que se aferra a su vida y avanza a ciegas, sea cual sea el costo, ya que su vida merece ser vivida según sus términos.

Laura Linney en Mi nombre es Lucy Barton. Foto: Manuel Harlan

Por supuesto, no es totalmente un espectáculo en solitario. La dirección sensible de Richard Eyre permite que la excelente adaptación de Rona Munro respire hermosamente, el diseño simple pero efectivo de Bob Crowley nos lleva de Nueva York a Amgash en ritmo con el exquisito diseño de iluminación de Peter Mumford, moviéndose por el escenario con la Sra. Linney.

En última instancia, la obra trata sobre madres e hijas, padres e hijos, y esos momentos en la vida cuando llamas a tu madre y cómo eres respondido, y cómo respondes cuando te llaman madre. Laura Linney abraza todo el auditorio y confía su historia en una de las mejores actuaciones que verás este año. Altamente recomendada.

Hasta el 23 de junio de 2018

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