RESEÑA: "El Maestro Harold"...y los Chicos, Teatro Nacional de Londres ✭✭✭✭

Mark Ludmon reseña “Master Harold”... and the Boys de Athol Fugard en el National Theatre, Londres.

Foto: Helen Murray “Master Harold”... and the Boys

Teatro Lyttelton, National Theatre, Londres

Cuatro estrellas

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Athol Fugard ha descrito “Master Harold”... and the Boys como su obra más personal, sirviendo para confesar culpa sobre un incidente en su niñez. Su devastador retrato de la opresión y el privilegio blanco en Sudáfrica durante el Apartheid se extrae directamente de la experiencia, incluso hasta uno de los personajes que se llama Hally, el apodo de Fugard. En la meticulosa puesta en escena de Roy Alexander Weise, los injustos sistemas de poder dentro de una sociedad rota dominada por blancos se exponen de manera inteligente, con una melancolía moderada por el potencial de esperanza.

Desarrollándose en tiempo real en un acto durante 95 minutos, la obra es una construcción lenta. Se lleva a cabo en un salón de té en Port Elizabeth, Sudáfrica en 1950, reproducido con maravillosos detalles por el diseñador Rajha Shakiry con iluminación de Paule Constable. Es de día pero afuera llueve y está oscuro, con una lluvia continua sobre la gran ventana tragaluz superior. Sus dos camareros negros, Sam y el joven Willie, están ordenando mientras conversan con buen humor sobre la próxima competencia de baile de salón en la que Willie va a participar. Su conversación se ve interrumpida por la llegada de Hally, el hijo adolescente blanco de su jefe que necesita un lugar para hacer sus tareas y almorzar mientras espera a sus padres.

Foto: Helen Murray

Al principio, es conmovedor ver el amor paternal de Sam por el chico al que ha sido amigo durante toda su niñez. Hally es malcriado e inconsiderado, pero sus indiscreciones adolescentes pueden inicialmente pasarse por alto en la facilidad y entusiasmo con que charla con Sam y Willie. Sin embargo, vislumbramos la dura realidad de su relación ya que el chico blanco afirma repetidamente su superioridad social sobre estos dos hombres negros sin importar su amabilidad y dignidad. El fastidioso y egocéntrico parloteo de Hally domina gran parte de la obra, pero el verdadero poder de la pieza está en su impactante clímax que provoca suspiros en la audiencia (mayormente blanca).

Foto: Helen Murray

Representada por primera vez en 1982 antes del fin del Apartheid a principios de los años 90, “Master Harold”... and the Boys es comprensiblemente sombría en su retrato de una sociedad racista gobernada por una minoría blanca. Sin embargo, la charla de Willie y Sam sobre el baile de salón - popular en Sudáfrica en los años 50 - ofrece una visión simbólica de una alternativa idealizada donde, como en una competencia de baile, hay “un mundo sin colisiones”. Bajo la dirección de movimiento de Shelley Maxwell, su baile digno ofrece un antídoto temporal al tratamiento injusto que se ven obligados a soportar.

La puesta en escena se eleva gracias a dos brillantes interpretaciones de Lucian Msamati y Hammed Animashaun como Sam y Willie. La pareja es encantadora y agradable, a pesar del inmaduro misoginismo de Willie, y su amistad - nuevamente como padre e hijo - es cálida y conmovedora. Anson Boon abraza la desagradable personalidad de Hally, un intruso a menudo irritante en las vidas más interesantes de los dos hombres, silenciando sus historias en favor de las suyas. A pesar del fin del Apartheid, “Master Harold”... and the Boys es un examen implacable del racismo sistémico y la injusticia social que aún resulta demasiado familiar.

En cartelera hasta el 17 de diciembre de 2019