RESEÑA: American Idiot, Arts Theatre ✭✭✭

El reparto de American Idiot. Foto: Darren Bell American Idiot

3 estrellas

Arts Theatre

22 de julio de 2015 Reservar entradas

No se suele mencionar a Green Day en el mismo entorno que Abba y los Four Seasons. Y sin embargo, los pop-punks se han unido a estos viejos favoritos para sumarse al catálogo de musicales de jukebox del West End. El espectáculo se inauguró en Broadway en 2010 y realizó una gira por el Reino Unido dos años más tarde; ahora ha vuelto y se presenta en el Arts Theatre cerca de Leicester Square.

La trama es simple (tanto que a menudo uno se queda esperando un giro que nunca llega): los adolescentes descontentos Johnny, Will y Tunny emprenden diferentes rutas de escape mientras intentan salir de los somnolientos suburbios. Johnny persigue la vida en la gran ciudad, donde se distrae con las drogas y las chicas bonitas; Tunny se une al ejército y sirve en Irak, mientras que Will intenta convertirse en un buen padre tras dejar embarazada a su novia.

La sombra del conservadurismo de la era Bush y el 11 de septiembre se cierne en gran medida sobre esta producción, que en conjunto captura perfectamente el sonido político angustiado por el que Green Day era conocido. Aunque esta furia visceral da lugar a algunas melodías brillantes (a veces uno casi quiere levantarse y hacer mosh), no conduce a mucha profundidad ni sutileza. Se enfrenta al desafío eterno de los musicales de jukebox: intentar contar una historia sin libertad sobre las letras. Esto se hace aún más notorio por el hecho de que el musical se canta en su totalidad; sin ningún diálogo establecedor, es un verdadero esfuerzo para los personajes aventurarse más allá de caricaturas gritones.

Aunque algunos de los números con conjuntos de guitarras a menudo se fusionan en uno solo, los éxitos más suaves de Green Day recibieron un tratamiento mucho más creativo. Boulevard of Broken Dreams estuvo perfectamente escenificada y arreglada, al igual que el clásico Wake Me Up When September Ends. El punto culminante del espectáculo fue Extraordinary Girl, la desgarradora balada de Tunny desde su cama de hospital, maravillosamente cantada, con iluminación y vestuario sorprendentes.

Se dejó a estos momentos y a la energía incansable de la producción llevar el espectáculo; aparte de Johnny y Tunny, hay muy poca caracterización. El padre ama de casa, Will, no está muy desarrollado, mientras que el interés amoroso de Jimmy obtiene algunas grandes canciones pero no mucho en cuanto a personalidad (¡incluso se llama Whatsername!).

El elenco, una mezcla de habituales del West End y cantantes de rock establecidos, hace un trabajo excelente, inyectando al espectáculo energía y vigor. Aaron Sidwell es espinoso y problemático como el protagonista Johnny, aprovechando al máximo tanto sus números rockeros como sus esfuerzos solistas conmovedores. Alexis Gerred captura conmovedoramente el heroísmo impotente de Tunny mientras que Steve Rushton también proporciona un buen soporte como Will. La ex finalista de X factor Amelia Lily no tiene mucha experiencia en el West End, sin embargo, posee una voz increíble y se defiende más que bien en la interpretación. No hay eslabones débiles en un conjunto de gran potencia, con Racquel Jones y Natasha Karp ofreciendo actuaciones particularmente notables.

La puesta en escena fue excepcional; el decorado de Sarah Perks es desgarrado y arenoso, con algunos toques ingeniosos, como un 'autobús' hecho principalmente de estuches de guitarra. La televisión en el escenario se utilizó con buen efecto, aunque es una pena que la pared de televisores que funcionó tan poderosamente en la versión de Broadway no pudiera replicarse en un escenario más pequeño. Los disfraces son maravillosamente punk y distópicos; especialmente algunas animadoras maravillosamente malvadas y demoníacas, que son el sueño o la pesadilla de alguien (¡todavía no he decidido cuál!).

La coreografía de Racky Plews fue muy aguda; enojada e impetuosa cuando era necesario, pero también sorprendentemente conmovedora durante los números más lentos. Dicho esto, un divertido juego de beber para cualquier asistente: si tomas un sorbo cada vez que un personaje levanta el dedo medio o se agarra la entrepierna, ¡estarás medio cortado en poco tiempo! La banda es fantástica e incluso llega a participar en un poco de ruptura de la cuarta pared a mitad del espectáculo.

American Idiot es una producción algo frustrante; aunque la música de Green Day tiene mucho que ofrecerle a un musical, no parece adecuada para una adaptación totalmente cantada en el escenario. Sin embargo, lo que le falta en trama y caracterización, lo compensa con energía, pasión y pura buena diversión.

Reservar entradas en el Arts Theatre. Hasta el 27 de septiembre de 2015