RESEÑA: Pity, Royal Court Theatre ✭✭✭

Paul T Davies reseña la producción de Sam Pritchard de la obra Pity de Rory Mullarkey en el Royal Court Theatre.

El elenco de Pity en el Royal Court. Foto: Helen Murray Pity

El Teatro Jerwood del Royal Court.

18 de julio de 2018

3 Estrellas

Reserva Ahora La entrada a la producción de Sam Pritchard de la nueva obra de Rory Mullarkey eleva inmediatamente las expectativas. Si estás en los asientos del patio, entrarás al teatro por el callejón, y para llegar a tus asientos atravesarás el escenario, cruzando el set de un típico mercado de pueblo inglés, con una banda de música tocando, un puesto de helados a la venta y una tómbola para la cual se te da un boleto de rifa. Los miembros cautelosos del público parecen un poco confundidos por esto, mientras que los frustrados actores aprovechan al máximo unos pocos momentos de fantasía pisando las tablas del escenario del Royal Court. (No yo, por supuesto, entiendes.) Hasta ahora todo bien, pero cuando el público está sentado y se realiza el sorteo, ya ha pasado el tiempo de inicio y estoy deseando que la obra comience. Y, para mí, resume la obra, algunas secuencias fantásticas pero también algunas frustrantes que parecen no avanzar.

El elenco de Pity. Foto: Helen Murray

Es un día normal y un hombre, una figura de narrador excelente interpretada cálidamente por Abraham Popoola, está viendo el mundo pasar. Lo que sigue puedo describir mejor como el encuentro entre Monty Python y Black Mirror mientras el mundo se desintegra del sol, helados y tiendas a una guerra civil, francotiradores, bombas, (muchas bombas), tanques, (creaciones fantásticas parecidas a los Daleks que anhelo poseer), atrocidades y una nación dividida. Es el clásico surrealismo y sátira británica, en el que Mullarkey crea una montaña rusa a lo largo de la locura de los últimos dos años y hacia el abismo del futuro. Me encantó no saber qué iba a pasar a continuación, y el diseño de Chloe Lamford es excelente, capturando perfectamente el sabor de cómic de la pieza. Sin embargo, en una hora y cuarenta minutos sin intermedio, sentí que la pieza alcanzó su punto máximo alrededor de los sesenta minutos. La secuencia de la guerra civil es demasiado larga, y la repetición es la caída de esta pieza, los destellos y las bombas se vuelven tediosos bastante rápido, y la sucesión de almas partiendo al Cielo es interminable. También significa que hay poca emotividad en esta cifra de muertos, pero si tu gusto es por el drama naturalista y enfático, esta no es la obra para ti.

El elenco de Pity. Foto: Helen Murray

Sin embargo, es un magnífico conjunto, que se conecta fuertemente con el auditorio para contar la historia. Paul Bentall da inicio a los procedimientos de manera hilarante con su Profesor enojado, y Sophia Di Martino es excelente durante toda la obra como su hija. Sandy Grierson brilla como el Señor de la Guerra Rojo y me encantó la Primera Ministra de Helena Lymbery, “Soy la Primera Ministra y este pueblo cuyo nombre he olvidado de repente importa ahora”, haciendo eco de eventos recientes en Salisbury, y el capitán de balet de Dorian Simpson roba la escena. Paul G Raymond se divierte en todos sus roles, y Francesca Mills es maravillosa en todo momento, especialmente su compañera de trabajo malhumorada que habla en la ira y emociones de las redes sociales, y finalmente se entrega la emotividad en Sal the Postman de Siobhan McSweeny. Todos los roles son interpretados por la compañía y se destacan.

Hace que Yellow Submarine parezca una producción de Merchant Ivory; tal es el estilo y surrealismo de la producción. Solo siento que con una edición juiciosa se alejaría un poco más del borde autoindulgente. Dicho esto, es un paseo agradable cuando estás en la cima de la montaña rusa.

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