RESEÑA: La Bohème, Trafalgar Studios ✭✭✭✭✭

Thomas Isherwood (Mark), Becca Marriott (Mimi) y Roger Paterson (Ralph) en La Boheme. La Boh́́eme

Trafalgar Studios.

11 de diciembre de 2017

5 Estrellas

Reserva Ahora Es Dalston, Nochebuena de 2017, y esto es Puccini, pero no como lo conocen los puristas. La maravillosa y creativa transposición de la ópera de Adam Spreadbury-Maher se ha trasladado desde el Kings Head Theatre, y se eleva tan hermosamente como las notas altas. La genialidad de esta adaptación es que los personajes son reales, reconocibles, sin sacrificar ninguno de los poderes de la fuente original. En el set de Becky-Dee Trevenen, parece como si una pequeña compañía se hubiera instalado en tu salón para cantar para ti, literalmente a una distancia tocable, a veces bloqueando tu vista, pero siempre inmediata y entretenida.

Becca Marriott como Mimi en La Boheme. Foto: Scott Rylander

Y qué cuarteto de cantantes. Roger Patterson es un Ralph real y frágil, un tipo típico, tratando de abrirse camino como dramaturgo, pero con una voz que exige tu atención. Forma una excelente pareja con Thomas Isherwood como Mark, cantan sobre Facebook y jerséis de Navidad, sin que nada se sienta artificioso, e Isherwood es otro Bryn Terfel en potencia, con una voz soberbia.  Becca Marriott es una Mimi desgarradora, no hay glamour en su síndrome de abstinencia de drogas en el Acto Cuatro, es devastador y aun así, de su boca sale el canto más hermoso. Como Musetta, Honey Rouhani se lanza al auditorio, desprendiendo privilegio mientras ordena al público que se mueva, le sostengan el abrigo y la copa de champán, reinventando el término Diva. Maneja la sala tan fácilmente como las escalas musicales, y quizás Colin en la primera fila disfrutó demasiado de su actuación. De hecho, la caracterización es una característica muy fuerte en esta producción, son cuatro jóvenes que conocemos, solo que resultan poder cantar hermosamente. Los músicos, Panaretos Kryiatzidis en piano y William Rudge en violonchelo, son excelentes, con toda la pasión y sensibilidad que se espera de esta partitura atemporal.

Honey Rouhani como Musetta en La Boheme. Foto: Scott Rylander

Los aficionados a la ópera deberían apreciar el canto, y quienes sean nuevos en la obra maestra de Puccini tienen aquí una excelente introducción. Es sucio y hermoso, de urbanización y culto, sórdido y sublime. Si alguna vez has anhelado ser un artista hambriento en un desván, esta podría ser la producción que te convenza de que es buena idea. ¡Imperdible!

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