RESEÑA: Two, Above The Arts ✭✭✭✭

Foto: Fotografía de Piers Foley TWO

Shrapnel Theatre en Above the Arts

4 Estrellas

Londres posee muchos teatros de pub que actualmente muestran obras antiguas y nuevas de gran calidad; pero el estudio de teatro Above the Arts, justo al lado de Leicester Square, es probablemente el único teatro de pub donde actualmente el bar, los asientos y los clientes son el escenario real de la obra en sí. Cuando llegué, miré alrededor a los asientos organizados en torno a un espacio semi-despejado frente al bar y le pregunté al barman dónde me debía sentar para tener la mejor vista. Se encogió de hombros y dijo: 'En cualquier lugar: estarás justo en medio de la acción'. Y así fue, apasionadamente.

TWO se presentó por primera vez en el Young Vic hace unos veinticinco años, y fue uno de los primeros éxitos de Jim Cartwright. Es una obra dinámica, virtuosa, para dos actores en la que los intérpretes comienzan detrás del bar como el casero y la casera de un pub en el norte de Inglaterra, reinventándose continuamente en tiempo real como una secuencia de doce clientes en una noche memorable. Lo que vemos es, en esencia, varias miniaturas de personajes en las que el estado de ánimo y el tono cambian rápidamente; a veces son monólogos y en otros casos diálogos entre parejas. Los doce clientes están intercalados con las apariciones de los caseros, ya que su propia relación se vuelve cada vez más beligerante, antes de un dueto final entre los dos al cierre que desentraña conmovedoramente mucho de lo que antes era oblicuo e implícito.

Me preguntaba de antemano si la obra podría parecer anticuada, pero en esta presentación, la calidad de la escritura se sintió muy fresca y más que justificó los premios otorgados hace un cuarto de siglo. Igual que con la contemporánea ‘My Night with Reg’, es el humor animado, irónico, la economía de la creación de personajes y el dolor angustiante del diálogo lo que inmediatamente atrae la atención. Los contrastantes dramas humanos esbozados aquí con un toque ligero y diestro llevan una convicción que hace irrelevante que no haya teléfonos móviles y que nadie haya pedido un Double Drambuie en ningún pub que conozca desde hace mucho tiempo. En textura y tono, la dramaturgia recuerda a dos escritores, diferentes en la superficie, pero cercanos en el fondo: Terence Davies y Terence Rattigan. Esta obra tiene escenas que evocan la solidaridad con un sentido pragmático y la lucha doméstica abrasiva y dura como la que encuentras en Davies, mientras que también ofrece estudios de soledad sombría convirtiéndose en expresiones de desesperación y desolación que son plenamente dignas del Rattigan de ‘Separate Tables’, al cual formalmente también le debe mucho. Muchas de las cualidades que han distinguido el trabajo posterior de Cartwright ya están completamente evidentes aquí.

Pero el verdadero éxito de la obra depende tanto de los dos actores, tanto de manera individual como en conjunto. Sus interpretaciones requieren muchos cambios rápidos de vestuario, actitud y acento para retratar a la gama de lugareños mientras construyen cuidadosamente la hostilidad latente y la soledad inherente de la pareja en el centro de la acción. En 1990, dos actores conocidos de Brookside tuvieron gran éxito en la primera producción, y laureles similares van esta vez para Jamie Shelton y Chelsea Halfpenny, ambos de Emmerdale, quienes sortean los desafíos técnicos y emocionales planteados con rara habilidad y gracia. Como los doce personajes, interactúan convincentemente con el público (tratado como otros clientes del pub), e inhabitan las diferentes personalidades con acentos, gestos y lenguaje corporal cuidadosamente distintivos. Con solo cambios mínimos de vestuario, peinado y maquillaje, todo depende de las habilidades de los actores y, en este aspecto, triunfaron. Como la pareja central, acumulan cuidadosamente detalles en sus interpretaciones para que cuando se revele en la escena final por qué están distanciados tenga aún más impacto y poder para afectar al público sin una sensación de manipulación.

Es ingrato destacar cameos particulares de esta galería de retratos uniformemente excelente, pero las caracterizaciones más impresionantes para mis ojos fueron de doloroso autodesprecio y crueldad intimidante, respectivamente. La interpretación de Halfpenny de una amante borracha y desesperada, buscando confrontar a su amante y a su esposa en el pub, tuvo una profundidad real. Capturó hermosamente los humillantes territorios sombríos habitados por la mujer que nunca será la esposa, obligada a pesar de sí misma a pensar siempre en las necesidades de los demás. Y para Shelton, quizás su momento más destacado de la noche vino en el ingrato papel de un marido obsesivo, inseguro, autoritario y, finalmente, abusivo, decidido a encontrar fallas en cada palabra y acción de su esposa. Esta escena tuvo amenaza y realismo y produjo una de esas pausas de silencio concentrado cuando sabes que el público está totalmente comprometido con el personaje y la acción.

Tuve una ligera reserva sobre el manejo de la escena final. Esta proporciona un poderoso epílogo donde el escritor y los actores deben operar al máximo y dejar de lado las sutilezas y matices delicados de las secciones anteriores. Sin revelar la secuencia de la trama, quizás sea suficiente decir que el tono de la escritura cambia repentinamente al modo eviscerante de conflicto entre parejas que encuentras en Edward Albee. El elenco y el director (Darren RL Gordon) decidieron interpretar el material mucho más lento que el diálogo naturalista anterior entre los dos personajes principales, lo que hizo que la escena pareciera casi operística, especialmente en las largas pausas. Aunque esto le dio un peso y una importancia adicional a la disputa y las razones de su antipatía latente, todavía sentí que esto fue un error. El diálogo habría tenido aún más impacto de choque acelerándose hacia la conclusión final estoica sin este juego deliberado de gravedad; y aún habría contrastado tonalmente con las secciones anteriores más ligeras y ágiles. En términos musicales, esta obra es realmente un tema con una secuencia de variaciones deliciosamente contrastadas, y la escena final aún debe ser proporcional con esa estructura general.

En última instancia, TWO es una noche muy agradable en el teatro que pasa sus ochenta minutos en un abrir y cerrar de ojos, dejándote lleno de admiración por semejante construcción detallada de narrativa y personaje con rara economía de medios y una amplia paleta emocional. La revitalización es totalmente merecida e increíblemente gratificante en todos los niveles.

Querrás quedarte a comprar una bebida en el bar muy real al final….

TWO se presenta en Above The Arts hasta el 22 de abril de 2015.